miércoles, 5 de agosto de 2009

Cenicienta

Este cuento ha sido realizado por todos los niños participantes en el taller.

LA CENICIENTA


Erase una vez una niña que se llamaba Cenicienta. Su madrastra le mandaba hacer todas las tareas de la casa. Cenicienta se puso muy triste porque le dijo su madrastra que no podía ir al baile que había organizado el Principe.

Con la madrastra también vivían sus dos hijas que eran muy feas e insoportables. Cenicienta era la que hacía los trabajos más duros de la casa, como por ejemplo, limpiar la chimenea cada día, por lo que sus vestidos siempre estaban sucios o manchados de ceniza, por eso las personas del lugar la llamaban Cenicienta. Cenicienta apenas tenía amigos, solo a dos ratoncitos muy simpáticos que vivían en un agujero de la casa.



Cenicienta estaba sentada en un banco llorando. De pronto se le apareció un hada madrina y le dijo: Toma estos zapatos y este vestido para ir a la fiesta ¡ahh! pero antes de irte te debo decir una cosa, tienes que irte antes de las doce, porque sino te desaparecerá el vestido, los zapatos y la carroza.

¿De verdad?, dijo Cenicienta un poco incrédula... pero como vas a ayudarme, no tengo ningún vestido bonito para ir al baile y mis zapatos están todos rotos.
La hada madrina sacó su barita mágica y con ella tocó suavemente a Cenicienta y al momento... ¡ohhh, qué milagro! un maravilloso vestido apareció en el cuerpo de Cenicienta así como también unos preciosos zapatos de cristal.


La llegada de Cenicienta al palacio causó honda admiración. Al entrar en la sala del baile, el Principe quedó tan prendado de su belleza que bailó con ella toda la noche. Sus hermanastras no la reconocieron y se preguntaban quien sería aquella joven.

Como el Hada Madrina le dijo a Cenicienta que antes de las doce se tendría que ir porque acabarían los efectos de los trajes, zapatos, carroza, etc.. ella se fue. Estaba bajando las escaleras muy rápido porque le había llegado tarde. Cuando se dio la vuelta vio que su zapatito estaba atrás, pero ella siguió para adelante y allí se lo dejó.


Para encontrar a la bella joven el Principe ideó un plan. Se casaría con aquella que pudiera calzarse el zapato. Envió a sus heraldos a recorrer todo el Reino. Las doncellas se lo probaban en vano, pues no había ni una a quien le fuera bien el zapatito. Pero cuando Cenicienta se puso el zapato y le encajó a la perfección... todos los presentes se quedaron de piedra ¡ohhh, es ella, la futura Princesa! Inmediatamente la llevaron a palacio.


A los pocos días se casó con el Principe, por lo que fue Princesa. Nunca más volvió con su madrastra, vivío feliz en el palacio hasta el último de sus días.

FIN